LA IMPERMANENCIA DE LA VIDA

“No es la impermanencia de la vida lo que nos hace sufrir, es el querer que las cosas sean permanentes, cuando no lo son”

  • Thich Nhat Hanh-  (Frase traducida del inglés)

La natural impermanencia de la vida con sus continuos cambios es una de las principales causas de sufrimiento de la humanidad. ¿Porqué? Posiblemente cada lector tendrá su propia respuesta. Para mí, parte de la respuesta es el temor a lo desconocido. Algunas veces nos sentimos más cómodos viviendo en una situación que no es la mejor, pero es familiar para nosotros y preferimos mantenernos en el lado seguro de la cerca, en lugar de cruzarla y enfrentar lo inesperado.

Nosotros luchamos contra la impermanencia, lo cual nos causa mucho sufrimiento. Como dice la frase citada al principio de este artículo, nosotros queremos que las cosas sucedan como nosotros queremos que sean. Sentimos la necesidad de controlar las situaciones para evitar sufrir, ignorando el hecho de que no podemos cambiar lo que es incambiable. El cambio es parte de la forma en que la vida fue estructurada desde el comienzo del mundo. No tenemos control sobre el ritmo de la vida.

Si observamos la naturaleza, podremos aprender importantes lecciones que nos ayudarán a aceptar el cambio que es parte de la sabiduría Divina de nuestro Creador y de su proceso de creación. Cada cosa tiene un principio y un final. El día empieza con el amanecer y termina con la puesta del sol que le da espacio a la luna y las estrellas para regalarnos con su propia belleza y magnificencia en medio del profundo silencio de la noche, recordándonos la sabiduría de Dios que nos provee con un tiempo de luz para trabajar y crear, así como con un tiempo de silencio para descansar, meditar y orar.

También podemos observar la sabiduría de las estaciones y su obediencia a las leyes de la naturaleza. Ellas vienen en ciclos que nos permiten apreciar su belleza, sin forzarnos a vivir dentro de un ritmo único y uniforme.

Cada estación nos trae belleza y tiempo para reflexionar. Ellas están siempre en perfecto orden. El invierno prepara la tierra para la renovación de la vida, mientras nos permite admirar la magnificencia de la nieve, o de la lluvia en los países donde no hay nieve.

Algunas veces nos enfocamos solamente en lo inconfortable del frío. Yo tengo que confesar que eso me sucede a mí y por supuesto me pierdo la belleza del paisaje con sus miles de árboles decorados por la naturaleza, así como el milagro de la nieve, o el agua que nos provee  con ese precioso  líquido que necesitaremos por el resto del año.

La primavera reviste  al planeta con el esplendor del verde, las flores que  despiertan del largo sueño del invierno y se abren al mundo vistiéndolo  con maravillosos colores, la música de los arroyos, el canto de los pájaros y la renovación de la vida. El verano nos ofrece la plenitud de la vida, los cálidos días de sol, la reflexión de recordar que, aunque estemos viviendo un tiempo maravilloso, no es permanente; el verano terminará pronto. El otoño con su cambio de color en los árboles nos recuerda los cambios  inevitables del tiempo y nos prepara para  el otoño de nuestras vidas que algún día llegará, aún cuando estemos viviendo en la plenitud de nuestra juventud.

Yo amo la naturaleza por su belleza, sabiduría y enseñanzas. Disfruto caminar cada mañana y me siento bendecida por vivir en un lugar que me permite caminar a lo largo de un arroyo rodeado de arbustos y hermosos árboles. Frecuentemente me detengo en un puente de madera que cruza sobre el arroyo para contemplar en silencio como fluye el agua sin ninguna resistencia. Desearía que mi vida fluyera de la misma manera. También reflexiono sobre la impermanencia de la vida. Ese arroyo un día se convertirá en parte de un río y el río morirá temporalmente cuando llegue al océano y se pierda en la inmensidad del mar.

Sin embargo, ese no será el final del arroyo, o del río. El agua del océano se evaporará con el calor del sol y regresará en forma de lluvia a nutrir nuevamente las aguas del arroyo y el ciclo empezará de nuevo. La vida nunca termina ni para la naturaleza, ni para nosotros los seres humanos, porque tenemos la esencia de nuestro espíritu que nunca muere. Nosotros también vamos a través de un proceso de transformación, pero somos eternos, sólo nuestros cuerpos mueren.

Es interesante observar los ciclos de la vida en cada elemento. Nuestros propios cuerpos están constantemente en un proceso de cambio y renovación. El revestimiento de nuestro estómago (lining) se renueva cada cuatro días, las células del estómago que entran en contacto con la digestión de la comida pueden ser reemplazadas cada cinco minutos. La estructura completa de nuestro esqueleto se regenera cada tres meses. Los investigadores del Instituto “Harvard Stem Cell Institute”, el “Dana Farber Cancer Institute y la Escuela de Medicina de Harvard, han identificado un mecanismo que tiene un importante papel en el proceso de regeneración del revestimiento intestinal.

Yo investigué esta información solamente porque quería enfatizar el cambio en todas las cosas de la vida, incluyendo nuestro propio cuerpo . Considero que quizá este tipo de información podría ayudarnos a entender mejor los constantes cambios en la vida y cómo nuestros propios cuerpos sonparte de los ciclos de la creación organizada por Dios. (Si usted quiere saber más sobre los mecanismos descubiertos por la escuela de medicina de Harvard acerca de la regeneración del revestimiento de nuestro intestino puede leerlo en el siguiente link

Es mi creencia personal que la aceptación de la vida en la forma en que se presente es la cura de nuestras enfermedades sicológicas. Vivir en el momento presente es la clave para disfrutar  la vida. Es lo que hace que cada momento que vivimos sea precioso, porque nunca se repetirá una vez que se ha ido. La impermanencia de la vida nos ofrece incontables oportunidades para valorar lo que tenemos y disfrutar la vida en toda su plenitud.  Esta frase del libro “Seeking the Heart of Widom”

(Buscando la Sabiduría del Corazón) me pareció muy apropiada: “Cada momento nosotros estamos naciendo y muriendo – El sonido que acabamos de oír ya se fue y nosotros morimos con    él. Vivir plenamente es dejar ir y morir con cada momento que pasa para renacer en cada momento nuevo.”

Me gustaría terminar este artículo con un párrafo escrito por Paul T.P. Wong y encontrado en positivepsychology.com ; creo que nos ayuda a sobrellevar y aceptar la realidad de los permanentes cambios de la vida.

“Todos nosotros tenemos la capacidad de disfrutar nuestras vidas completamente,  siempre y cuando entendamos que las situaciones negativas no se pueden evitar y que ninguna experiencia dura por siempre. Cada cosa en nuestra vida, incluyéndote a ti mismo, tiene una fecha de expiración.”

La práctica de la meditación plena, es un proceso interior de soltar nuestras ataduras que nos ayuda a aceptar los cambios de la vida. Tenemos que dejar morir nuestros apegos, nuestras esperanzas, nuestros planes, nuestros miedos y expectativas. Para estar presentes en la práctica de la meditación plena debemos soltarlo todo. Ese es el proceso, dejar ir, soltar.. Tenemos que olvidarnos de nuestras opiniones o decir. “Voy a vivir la vida de esta manera y a hacer esto.”

Es natural tener sueños y planes siempre y cuando estemos conscientes de que algo inesperado puede cambiarlos. Podemos prepararnos para vivir en aceptación de lo que la vida nos ofrece, lo cual en muchas ocasiones es aún mejor que lo que habíamos planeado. Desafortunadamente, en otras ocasiones los cambios inesperados nos traerán desafíos y dolor. Mantengamos en mente que nada dura para siempre, ni la felicidad, ni el dolor. Siempre y cuando no estemos apegados al resultado y aprendamos a vivir en aceptación, podremos navegar nuestra vida con seguridad.

Basada en mi vida personal recomiendo la práctica de la presencia plena “Mindfulness” no solo en la meditación sino a través del día, prestando atención a nuestras palabras, nuestras emociones y acciones, sin juzgarnos, sólo observando la experiencia en sí misma.

Apreciamos los comentarios que escriban en nuestro blog www.ocipeace.org

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