EL PODER DEL ENTENDIMIENTO CORRECTO
Qué hacemos cuando queremos entender algo correctamente?
Esta pregunta me hizo regresar a mis años de estudiante en la escuela. Recuerdo que, para entender una materia difícil, especialmente matemáticas, yo analizaba los números, los miraba desde diferentes ángulos y hasta dibujaba figuras para representar los problemas y entender qué parte de los números llamaba más mi atención y porqué.
Me di cuenta de que esto no era muy diferente de lo que hago hoy en día para entender correctamente mi vida. Yo contemplo dentro de mí cuidadosamente y en silencio, mis hábitos, mis emociones y reacciones observando mi mente de una manera profunda, para reconocer lo que es más importante para mí, lo que me interesa y/o me preocupa más y porqué reacciono en diferentes maneras a situaciones diferentes. Hasta dibujo en mi diario algunas situaciones específicas para entenderlas mejor. También considero las consecuencias de mis reacciones personales. ¿Cómo éstas podrían impactar la vida de aquellas personas que de alguna manera son parte de mi vida, o podrían ser afectadas por mis reacciones y decisiones?
Es importante para mis lectores saber que no he sido siempre así. Todo empezó con mi práctica de meditación hace casi 8 años. Estaba teniendo un tiempo muy difícil y quería una solución fácil que me trajera gozo, paz y felicidad. Algo inusual y extraordinario que sanara mis heridas. Pero, pobre de mi… todo lo que encontré al empezar la meditación fue una mente ocupada, llena de pensamientos y ruido. Decidí entonces leer varios libros sobre meditación y además tomar algunas clases. Quería una fórmula mágica, no solamente sentarme y observar como mi respiración subía y bajaba como recomendaban los libros y los profesores.
Me resistía a creer que la respuesta a los problemas de mi vida era observar mi respiración. Luché con toda mi fuerza hasta el punto de que casi abandono la idea de la meditación como la solución a mi situación. Finalmente, decidí darme una oportunidad más y sentarme cada mañana y cada noche por 20 minutos a observar el sube y baja de mi respiración, regresando a ella cada vez que mi mente empezaba a divagar. Lo hice una y otra vez, sin juzgarme cada vez que me distraían mis pensamientos, reemplazando mi frustración con amabilidad y paciencia repitiéndome a mí misma que todo estaba bien ya que estaba tratando de entrenar mi mente y eso requería mucha práctica.
Con el tiempo – varios meses – noté que estaba más concentrada cuando observaba mi respiración y sin forzar nada, de repente, un día experimenté una sensación de paz, un silencio, un estado de tranquilidad imposible de describir con palabras. Tú tienes que vivir esa experiencia por ti mismo para entenderla. Yo he escuchado muchas veces un ejemplo que voy a compartir ahora, aunque para algunos de los lectores podría ser repetitiva. “Si tú nunca has saboreado un mango yo puedo describirte su dulzura, explicarte que es delicioso, pero hasta que tú no lo pruebas no puedes conocer a través de la experiencia de tus sentidos, el olor, el sabor, la textura, la sensación jugosa que se derrite en tu boca y encanta a tu paladar”. Es lo mismo con la meditación, tienes que apegarte a tu práctica diaria y vivir esa experiencia para tener el entendimiento correcto de lo que representa y la paz que obtienes.
Hasta el día de hoy, yo no he experimentado la excitante sensación que describen algunos meditadores, pero mi actitud hacia la vida, mis reacciones ante las diferentes situaciones han cambiado. Mi familia y mis amigos lo notaron aún antes de que yo lo percibiera completamente. Ellos solían decirme que yo lucía diferente, más tranquila, menos reactiva, con un brillo especial que no podían definir. A medida que incrementé el tiempo de meditación diaria, notaba más y más diferentes sensaciones en mi cuerpo, era como un increíble despertar. Sentía gratitud y respeto por mi cuerpo, por cada día que estaba con vida, por mi respiración, por mis manos, por mi habilidad para caminar. A través de la voz de mi espíritu comencé a entender la razón por la que había sido creada y cómo nosotros creamos nuestro propio sufrimiento.
He descubierto que el poder del entendimiento correcto viene de la experiencia de vivir en el momento, no en el pasado ni en el futuro sino en el único momento que nos pertenece que es el presente. ¿Quiere eso decir que soy perfecta, o que tengo una vida perfecta? No, significa que he aprendido a aceptar la vida como es, no como yo quisiera que fuera. Quiero clarificar que los libros que leí me ayudaron mucho, así como las clases de meditación. Son muy importantes, pero no pueden darnos la experiencia de nuestra transformación personal. La práctica diaria es la varita mágica que produce el milagro de la sanación.
La meditación no es un destino es una jornada espiritual, no es una religión es un instrumento para ayudar a cada persona a vivir mejor la religión que profesa y a encontrar gozo mientras recorremos el camino terrenal. Personalmente, yo tengo días muy buenos y días no tan buenos, pero los vivo con gozo. Cada día descubro un nuevo desafío y una nueva solución, un nuevo desvío y la guía para seguir el camino correcto, una nueva piedra en la ruta y la fortaleza para caminar sobre ella.
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