“Las palabras tienen poder. Ellas impactan a otros, pero también nos impactan a nosotros”
- Michael Hyatt – (Frase traducida del inglés)
Las palabras son una de las más poderosas fuentes de energía de la humanidad. Ellas tienen el poder de construir o destruir. Aún cuando tú no te das cuenta, tus palabras transmiten los sentimientos de tu corazón, así como los sentimientos dentro de tu mente. Por eso es importante que seamos conscientes de su poder para sanar o para herir a otras personas. Necesitamos aprender a usarlas sabiamente porque cuando hablamos, estamos construyendo o destruyendo.
Desafortunadamente, nosotros no recibimos ningún entrenamiento acerca del poder de las palabras ni en la escuela, ni en ningún otro lugar. Es verdad que todas las religiones nos aconsejan hablar con la verdad y usar nuestras palabras con sabiduría: Proverbios 12:25 “La congoja en el corazón del hombre lo abate; más la buena palabra lo alegra. Salmos 15: 3 y 5-6 “Disputará con palabras inútiles y con razones sin provecho? 5-6: Porque tu boca declaró tu iniquidad, pues has escogido el hablar de los astutos, tu boca te condenará y no yo y tus labios testificarán contra ti.”
Todas estas enseñanzas son predicadas en las iglesias que creen en Jesucristo, pero desafortunadamente no son apoyadas por los principios dentro de nuestra sociedad que es donde pasamos la mayoría del tiempo. En los círculos sociales, en las escuelas, en las comunidades es común aceptar los chismes, el culpar a otros, criticar y manipular las palabras para obtener lo que queremos, o simplemente porque creemos que lo que estamos diciendo es verdad, porque lo sentimos de esa manera.
Por causa de mi práctica de meditación de atención plena “Mindfulness” yo leo muchos libros relacionados con meditación. Leyendo el libro “Seeking the Heart of Wisdom” Buscando el Corazón Sabio, escrito por Joseph Goldstein y Jack kornfield, me llamó la atención “Los Cinco Preceptos de Una Conducta Consciente” justamente porque el 3er precepto de una conducta consciente es refrenarse de hablar algo falso. Estoy traduciendo del inglés al español el siguiente párrafo: “No mientas, dice. Habla solamente lo que es verdadero y útil; habla sabiamente, con responsabilidad y de una manera apropiada. Hablar correctamente requiere que nos preguntemos cómo estamos usando la energía de nuestras palabras. Nosotros gastamos mucho del tiempo de nuestras vidas hablando, analizando, discutiendo, chismeando y planeando. En la mayoría de estas conversaciones no estamos conscientes de lo que hablamos. Debemos darnos cuenta de lo que estamos haciendo cuando hablamos, de la motivación de lo que decimos y de cómo nos sentimos.” Nuestra conversación es poderosa porque puede obscurecer o iluminar la vida de otros. Puede ser chismes de mala voluntad, o comunicación compasiva. Por eso se nos pide darnos cuenta de lo que hablamos y permitir que nuestras conversaciones salgan del corazón.
Las palabras dan vida a las ideas haciéndolas significativas y promoviendo unidad, o pueden ser también causa de división. Las palabras que hablamos o escribimos pueden ser una fuente de inspiración o pueden propagar odio y racismo. Nosotros tenemos la tendencia a criticar y culpar a otros cuando sentimos frustración porque las cosas no están resultando como esperamos. A este respecto me gustaría dar un consejo a los padres, porque podríamos herir profundamente a nuestros hijos cuando los criticamos o comparamos con sus hermanos, vecinos, amigos, o cualquier otra persona. Es verdad que como padres queremos lo que es mejor para nuestros hijos y pensamos que nosotros lo sabemos. Pero cada niño es diferente y aún cuando creemos conocerlos podríamos estar equivocados.
Quiero compartir una historia de mi vida personal que fue muy dolorosa para mí. Yo solamente tengo un hermano; él es extremadamente brillante y siempre recibía las notas más altas en el colegio. Yo no era tan inteligente, o al menos eso es lo que yo pensaba. Mi madre quería lo mejor para mí y pensaba que si yo obtenía notas tan buenas como las de mi hermano, eso me garantizaría el éxito en la vida. Probablemente estaba en lo correcto. Nunca lo sabré porque nunca obtuve esas calificaciones. Pero recuerdo que mi mami me decía que yo no obtenía esas notas porque no dedicaba el tiempo suficiente para estudiar.
A las 5 de la mañana mi mami me levantaba a repasar las lecciones que había estudiado el día anterior, pero mis calificaciones no mejoraban y en mi desesperación de ser como mi hermano solamente logré un trauma. Me aprendía de memoria cada palabra de la lección, pero cuando en el colegio la maestra me hacía una pregunta, mi mente se quedaba completamente en blanco y no sabía que decir, así que empezaba a llorar.
Mis compañeras de clase creían que yo era estúpida y se reían de mí. No tenía amigas, me sentía desolada… mis años de escuela fueron miserables. Finalmente, encontré una chica que no era popular y empezó a ayudarme un poco. Las dos nos apoyábamos una a la otra. Esa fue la única amiga que recuerdo haber tenido en la escuela. ¿Era mi mamá una mala madre? NO. Ella me amaba, trabajaba duro para pagarme un colegio privado, quería lo mejor para mi pero no usaba las palabras apropiadas.
Ella me culpaba de ser perezosa para estudiar y yo estudiaba duro. El problema es que ella tenía expectativas que yo no podía llenar, aunque quisiera y en su frustración con sus palabras me hizo sentir inferior a mi hermano, derrotada y estúpida. Ese sentimiento de baja auto estima me acompañó la mayor parte de mi vida, aún cuando llegué a ser una mujer de negocios exitosa y una líder comunitaria, yo no podía reconocer mi propio valor. Siempre estaba concentrada en mis defectos, mi inglés con acento y muchas otras cosas.
Fue a través de mi práctica de meditación y de tomar conciencia de cada uno de mis actos que puede sanar las heridas y mi trauma. Esa es una de las razones por las que escribo este blog. Espero que alguien pueda sentirse inspirado a cambiar y sobreponerse a los desafíos de la vida a través de la meditación y la observación interna de sí mismo.
Yo he sido bendecida con la longevidad de mi madre y nosotras vivimos juntas. Hace poco estábamos hablando de los tiempos de mi niñez y la escuela y ella me dijo: “Yo quisiera haber sabido entonces, lo que he aprendido a través de los años. Nunca pensé que mis palabras tuvieran en ti un impacto negativo porque yo sólo trataba de que te dieras cuenta de que tú tenías el mismo potencial de tu hermano. Y en verdad creía que no ponías todo tu esfuerzo en el estudio.” Yo puedo entenderla porque yo también cometí grandes errores tratando de ayudar a mis tres hijos a ser excelentes en todo. Estoy agradecida por las lecciones que he aprendido y por ello trato de ayudar a otros padres a ser mejores de lo que yo fui queriendo ayudarlos.
Unas pocas sugerencias para usar nuestras palabras en una forma más apropiada:
- Palabras Positivas
Sé siempre positivo/a . No hables de tus infortunios y problemas. Las palabras son energía y tú no tienes que estar rodeada de mala energía. Algunas veces sentimos la necesidad de compartir nuestras cargas, pero hagámoslo solamente con personas positivas que pueden darnos un consejo valioso.
- Afirmaciones Positivas
Empieza tu día con una afirmación positiva acerca de quien eres, tus sueños, tus éxitos. Afirmaciones como: Yo tengo confianza en mi mismo, Yo soy exitoso, Yo confío en el poder de Dios que guía cada uno de los pasos en mi camino, Yo soy saludable, Dios vive en mí y me hace feliz como yo soy.
- Date Cuenta de tus Pensamientos antes que se conviertan en Palabras
Pregúntate a ti mismo: ¿Qué estoy pensando? ¿Qué voy a decir? ¿Cual es mi intención? ¿Mis palabras van a ayudar a construir o destruir a mi mismo y a otros?
- Siempre Enfócate en las Habilidades de tus Hijos
Déjales saber que te sientes bendecido con quienes ellos son y con sus fantásticas habilidades. Anímalos a superar los obstáculos confiando en su capacidad y talentos que son un don de Dios.
Si estás consciente de tus pensamientos encontrarás las palabras apropiadas que serán suaves, tranquilizadoras, amorosas y que traerán gozo a los que te rodean.
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