EL PODER DE ENTREGARSE A LA VOLUNTAD DIVINA

La semana pasada analizamos el poder de soltar nuestras ataduras, un tema que tiene cierta similitud con el Poder de Entregarnos a la Voluntad Divina. Sin embargo, hay una diferencia. Soltar las ataduras se refiere a liberarnos del sufrimiento que creamos con nuestros deseos, apegos y necesidad de controlar. Es una solución para sanar nuestras heridas emocionales ya que nosotros no podemos cambiar nuestro pasado, pero sí podemos sanarnos de sus heridas y este es el primer paso en la jornada hacia la entrega a la  Voluntad   Divina.

Dejar ir las ataduras es la antesala para entrar al santuario, pero entregarse a la  Voluntad  Divina es el santuario en sí mismo, es el lugar santo consagrado a la comunión de nuestro espíritu con la Divinidad. Entregarse a la  Voluntad  Divina no es una tarea que podemos lograr a través del poder de nuestra mente, o nuestra voluntad, sino que viene a través del estado de gracia, cuando estamos listos; cuando ponemos la  Voluntad  Divina por encima de la nuestra, cuando abandonamos nuestro ego para convertirnos en nuestra esencia.

Pero… qué es nuestra esencia? De acuerdo al diccionario la esencia es el grupo de propiedades de algo, sin lo cual, ese algo no existiría. Un ejemplo práctico de la naturaleza  es el agua. La esencia del agua es su estructura molecular. Aplicando el mismo concepto a los seres humanos, la esencia de un hombre o una mujer es su autoconciencia, su verdadero yo, su alma.

Si el alma es nuestra esencia, y nuestro ego es la identidad de nuestra mente que ha sido construida con base en nuestras creencias, nuestra personalidad y habilidades, podemos ver claramente porqué necesitamos abandonar nuestro ego y convertirnos en nuestra esencia para recibir el don de la entrega a la  Voluntad  Divina. El ego es el yo falso, la ilusión, la parte nuestra que es manipuladora, defensiva y prejuiciosa, siempre lista a juzgar y a sentirse ofendida. El espíritu es la chispa divina que arde dentro de nuestro corazón, el potencial de nuestra divinidad, la autoconciencia, la luz  que nos guía a través de la  oscuridad. El ego y el espíritu van por  diferentes caminos.

Basada en mi experiencia personal, yo veo la entrega a la  Voluntad  Divina como un milagro que cambia la percepción de quienes somos y  porqué estamos aquí, a la vez que puede ayudarnos a descubrir nuestro llamamiento espiritual.  Voy a compartir en este blog la experiencia de mi momento de entrega a la  Voluntad  Divina, con la  esperanza de ayudar a alguien que pudiera estar yendo a través de un gran sufrimiento.

Hace cerca de ocho años fui a través de momentos de  oscuridad causados por mi errónea percepción de la vida y mi necesidad de controlar la vida de mis hijos adultos. Por años yo le había pedido a Dios hacer de mí una mejor persona. El   Espíritu  Divino escuchó mi súplica y la respuesta llegó a mi vida, pero no en la forma que yo esperaba. Perdí el control de mis hijos, mi salud, lo perdí todo. No estaba lista para eso y me deprimí seriamente. La transformación espiritual es un misterio dificil de entender.

Me sentía como  una víctima y culpaba a Dios, a mi destino, a mis hijos… lo cual hizo las cosas todavía peores. Empecé a buscar soluciones externas. Traté psicoterapia, hipnoterapia, todo tipo de terapias sin encontrar una respuesta positiva hasta que mi dolor emocional me puso literalmente de rodillas y en medio de lágrimas y gemidos le pregunté  a Dios porqué siendo yo una mujer buena tenía que ir a través de esta terrible prueba. Al mismo tiempo reconocí mi falta absoluta de poder para sanar mi dolor. Acepté que yo no sabía nada ya que mi entendimiento de la verdad estaba más allá de mis pensamientos y creencias y no tenía manera de aliviar mi dolor. Yo, por mí misma, era incapaz de cambiar.

En ese momento le entregué mi dolor al  Espíritu Divino dentro de mi corazón, con aceptación total de su voluntad pidiéndole solamente que me sostuviera y me diera el coraje  para ir a través de lo que me enviara.

Me sometí de corazón a su voluntad. Ese fue el momento en que obtuve la gracia divina. La respuesta vino a través de un sentimiento infinito de paz, imposible de describir con palabras. Tuve una visión  clara de que mi sufrimiento lo había creado yo misma al no aceptar las cosas que no podía cambiar. Mi falta de amor incondicional, mi ego, mi carencia de humildad y mi resistencia a abrir mi corazón habían causado todas mis heridas  físicas y emocionales.  Ese fue mi milagro, poder ver con claridad. Me curé completamente de mi depresión.

La Entrega a la Voluntad Divina no es un regalo permanente; tenemos que trabajar para conservarla. Ocasionalmente recibimos un destello de la verdad, pero luego somos arrastrados de nuevo hacia atrás por el acondicionamiento de nuestra mente. El ego es muy manipulador y encuentra maneras de recrear nuestras dudas y temores. Nuestra jornada está llena de desafíos que amenazan nuestro alineamiento espiritual con Dios, por eso recomiendo a mis lectores la práctica de la meditación de conciencia plena “Mindfulness” cada día. La Entrega Consciente a la Voluntad Divina es uno de los poderes que nos da este tipo de meditación.

Si quieres ayudar a otros compartiendo una experiencia personal que te haya cambiado, envíame un email a gladys.gonzalez@ocipeace.org . Si no quieres dar tu verdadero  nombre no tienes que hacerlo.

No te pierdas nuestro próximo blog sobre el Poder del Amor Incondicional. Visita www.ocipeace.org

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